Lupam sitientem ex montibus, qui circa sunt, ad puerilem vagitum cursum flexisse; eam summissas infantibus adeo mitem praebuisse mammas. (Una loba sedienta de los montes cercanos se desvió hacia el llanto de los niños y, con mansedumbre, se inclinó sobre ellos y les ofreció sus mamas). Esta es la maravillosa (pero increíble) descripción de Tito Livio (59 a.C. a 17 d. C.) en su Ab Urbe Condita (Historia de Roma desde su fundación, 1:4). Increíble, porque la composición de la leche de cánidos es tan diferente de la de mujer, que los niños hubiesen fallecido en pocos días. El mismo Tito Livio no concede veracidad a lo que acaba de contar, pues unas líneas más abajo, opina que la leyenda puede deberse al oficio de la mujer del pastor que recogió a los niños (meretriz en un lupanar, una "loba", como decían los pastores). Esta litografía fue producida por el editor newyorkino Selmar Hess en 1882. Este objeto lo presentamos también en la sección Ilustraciones. |